Cuando miras el sol lo ves siempre igual, más allá de las aparentes diferencias que el filtro de tus cargas acumuladas puedan hacerte ver.
El sigue ahí alumbrando y sosteniendo la Vida. De día y de noche, pues esos dos polos solo existen para ti, no para su resplandor siempre vivo, sin cambio ni mengua algunos, sin que jamás nada pueda ensuciarlo.
Su Luz llega a todos los rincones, si es que la Nada donde todo Es los tuviese. Jamás se la niega a nada ni a nadie pues esa idea nunca apareció en el campo de su Ser, que es el tuyo, el nuestro, el asiento de la Vida donde la manifestación ocurre.
Si quieres la iluminación se como el Sol, actúa igual, conviértete en su imitador, sin juicios ni prejuicios, sin luces ni sombras, sin día ni noche.
Permaneciendo en el Silencio de sus llamaradas siempre vivas, que son las tuyas, comprenderás que sólo Nada ES.
Que los ramajes de tus pensamientos, ideas y conceptos, por más hermosos y acertados que puedan parecerte, sólo parecen difuminar y tamizar el resplandor de la Vida, pero es solamente eso, una apariencia más de las muchas entre las que te desenvuelves a diario.
¿A dónde te ha llevado todo ello? Realmente a ningún lugar de paz, de auténtico descanso, de felicidad, si, esa que buscas desesperadamente y que jamás encontrará de forma permanente pues quien la busca ya la es, no a la imagen y semejanza que pretende, como un traje hecho a tu medida particular, sino como la certeza de ser que dese siempre has sido.
Manteniéndote en esa Convicción urgira un entendimiento espontáneo y firme, que luego abandonarás, pues te volverás pura y única Comprensión.
Y así sabrás, sin nadie que lo sepa de por medio, que jamás necesitaste buscar Iluminación alguna, pues tú ya eras eso que perseguías.
Se como el Sol.
Permanece en eterna quietud, en constante silencio, brillando porque sí, sin necesitar motivo alguno.
Ahí es aquí y allá es acá, pues flotando en el vacío donde Es y Eres....
¿Quien habría para pedir y desear algo?