Sabes perfectamente que tras el día llega la noche y, a su vez, en el momento adecuado, siempre correcto y exacto, el día renace de nuevo con energía renovada.
Durante esa noche, por más larga que te pueda parecer, no te quejas pensando en que el día jamás regresará, que el sol nunca más volverá a aparecer ni, tampoco te preguntas dónde se habrá metido esa luminaria tan hermosa, ni qué has podido hacer mal o en qué fracasaste para que así se retirasen de tu vida, alejándose de tu mirada.
Nadie hace eso ni siquiera en la noche más oscura del alma del mundo, que es la tuya también. Todos saben, sabemos, que el sol renacerá tras su periplo nocturno, con toda su fuerza y poderío.
Si las nubes mas densas tapasen durante un breve instante su luz nadie se quejaria diciendo que ya no volverá a aparecer.
Entonces ¿Por qué tanta tristeza cuando de repente pareces haber perdido la "gracia"?
El mar sufre el influjo del viento que a veces lo mece y estremece con fuerza devastadora, dejando la superficie en un maremoto de oleaje desmesurado donde nada ni nadie puede sobrevivir a su ímpetu. Pero a cierta profundidad nada ha cambiado, todo sigue igual: la calma inamovible preside el desfile de peces y el suave bamboleo de plantas. Es decir, la vida sigue su curso completamente ajena a lo que ahí arriba, afuera, parece ocurrir. En cierto sentido si a esa paz se le describiese lo que sucede encima suyo, sonreiría suavemente y te diría que eso es sólo una ilusión con fecha de caducidad.
Cuando ESTO te llama es como salir a la luz del día tras haber dormido durante eones. Hay un deslumbramiento poderoso que surge del reconocimiento de Aquello que bajo el manto de tu sueño anhelabas con seguridad total. La alegría, el gozo, la risa constante ante el descubrimiento del sueño, despiertan una ilusión que aleja cualquier nube y tempestad que amenazase con ocultarla.
Pero luego, esas mismas nubes aparecen de repente precisamente cuando más fuerte ilumina el Sol. Lo ocultan y esconden tras una capa densa formada de tentaciones, distracciones, quejas y lamentos que, como el viento sobre la superficie del mar, te incitan a naufragar, a abandonar el barco recien fletado y regresar a tu sueño tan cómodo y feliz.
Olvidas el sufrimiento que te impulsó a ese abrir de ojos y la pereza, la desgana, el para estar de pie me siento y para estar sentado mejor me tumbo, parecen poseerte como demonios imbricados en cada fibra de tu cuerpo, en cada retazo de pensamiento de tu mente.
¡¡Es falso!! Nada ni nadie puede quitarte aquello que no posees, que no has logrado ni conseguido porque... ¡¡Viste que ya lo eras desde siempre!!
El Cielo sigue ahí, esperándote con paciencia plena, el sol ni se ha perdido ni marchado a ningún lugar, nada ni nadie te ha abandonado porque nadie hay en ti que pueda ser abandonado, dejado de lado.
Si la aparente noche oscura del alma parece poseerte e intentar destrozarte, empujándote al abandono de un falso e ilusorio sueño reparador, respira hondo, coge toda la fuerza de tu Ser y mantente firme como mástil de madera inquebrantable en tu práctica, en la confianza de que todo ello es sólo la señal de que tu rumbo sigue firme y recto, de que esos intentos de empujarte a un lado de la ruta son como cantos de sirenas poderosos, pero no omnipotentes, a los que tan solo tienes que hacer oídos sordos manteniendo tu mirada, la brújula de tu Ser, en perfecta orientación, esa que como el Sol, sigue brillando, llamándote, guiándote sin posible pérdida ni abandono algunos.
Todo ES ya y lo demás es sólo la ilusión de lo que parece ser pero no es, aunque pretenda serlo.
Nadie es jamás abandonado en su periplo, pues sólo hay un viaje, una nave, un navegante, un mar, un sol, un viento, un SER y todos son lo mismo, sin separación ni división alguna posibles.
Por tanto, mantente firme y sigue sin miedo tu caminar.
El premio ya está asegurado.
Bendiciones.