SATSANG

 


P: Y ¿Cómo indago en mi?

R: No puedes indagar en lo que no existe, sería como intentar comprender un perro verde o averiguar la composición de un planeta cuadrado. La pregunta surge del mismo lugar que ya tiene la respuesta preparada, que busca un "algo" que debes hacer para que suceda otro "algo" que te proporcione lo que buscas.


P: Pero entonces....

R: Los "pero" son la misma señal distintiva de eso que jamás te dejará descansar puesto que hizo, hace y hará, que te enfrasques en un viaje sin final posible, ya que nada ni nadie puede encontrar aquello que ya es. No puedes saber siquiera qué buscas, si acaso puedes esbozar un intento de conceptualización diciendo que es felicidad, seguridad, calma, paz, términos todos ellos que incluyen su contrario, por lo que puedes comprobar que se trata de más de lo mismo: una lucha entre dos opuestos para que venza el que más te parece ser apropiado para ti.


P: ¿Entonces no sé puede alcanzar la felicidad?

R: No se puede alcanzar lo que ya eres, más allá de conceptos elaborados con sutileza impecable. ¿Puede alcanzar el Sol sus rayos, o el mar las olas? ¿Acaso necesita la respiración alcanzar los procesos que de forma automática se realizan sin intervención alguna? ¿Alcanza o necesita lograr la semilla algo para que se pudra y de esa negrura emerja la maravilla?

Todo ya ES, y lo único que impide darse cuenta de ello es la venda que sobre ti mismo te empeñas en apretar una y otra vez.


P: Entonces ¿Cómo indago?

R: Sin indagar, simplemente contemplando lo que acontece cuando, en silencio, te sientas, cierras tus ojos y te recoges a contemplar el espectáculo que se desarrolla en diferentes ámbitos en apariencia: el cuerpo y sus sensaciones, los pensamientos e ideas, todo aquello que te parece ser la realidad y desde ahí, de manera  ecuánime, los verás como la proyección que son sobre la pantalla del Ser.


P: He leído que eso que dices es como ser testigo de lo que ocurre y que luego hay que observar también a ese testigo que....

R: Espera. Ese camino que comentas no tiene fin. Es cierto que es una manera de comenzar, por así decirlo, a contemplar la sala de proyecciones desde otro papel que el del espectador que se cree protagonista de la película que visiona. Ser testigo de ello te permite ver la sala, la película y el espectador de la misma, pero, en ese orden de cosas, habrá otro testigo más que contemple al que observa desde "otro lugar" más "alejado" y así hasta el infinito y más allá.

Esa idea es como jugar a intentar descubrir la muñeca rusa final que se encuentra dentro de otra que a su vez engloba a otra y otra más: jamás tendrá fin. Ahora bien, ser conscientes de ello es un paso, pero "saber" que se es La Consciencia es otra cosa.

Los planetas giran en un "vacío", un espacio donde se desplazan, como los átomos que conforman este cuerpo que parece tan sólido pero que siempre otro ente más pequeño podrá atravesar.

Lo único perenne, siempre presente es ese "espacio", esa pantalla donde ocurre todo, esa nada que todo lo es puesto que todo lo impregna de principio a fin sin jamás verse afectada por lo que en ella parece ocurrir.

Indaga simplemente comprendiendo todo ello sin escuchar cualquier interpretación que la mente intentará aportarte ya que si es susceptible de ser definible jamás será lo que buscas, lo que Eres.

Sólo deja que ESO emerja por sí mismo en el momento en que debe emerger. Limitate a contemplar mientras tanto el espectáculo, de forma más recogida cada día, hasta que veas, seas, la comprensión.

¿A DÓNDE IR?

 


¿A donde quieres ir?

Abrazando un impulso irrefrenable que dormitaba en lo más profundo de ti, en esa zona sin tierra donde plantar raíces ni cielo que copa de árbol pueda alcanzar, te empeñaste en comenzar una búsqueda hacia no se sabe qué lugar, acontecimiento, experiencia, destino o estación. 

El viaje ha sido largo y duro, alegre a veces, pleno de pesadumbre y sufrimiento agotadores otras, pero siempre constante, a pesar de los aparentes parones que en los apeaderos del agotamiento y la desesperanza hiciste durante el trayecto.

¿A donde querías ir? 

Nadie emprende un viaje infinito para poder ver la pinta de la nariz. 

Nadie se desplaza por la senda del destierro para conocer el Hogar desee el que quiere partir, puerto que ya reside en él.

Nadie hay, en definitiva, que pueda siquiera viajar.

Te diré algo: Tú viaje ha sido y es innecesario puesto que aquello que buscabas con tanto empeño y dedicación eras tú, pero no ese "tú" viajero, cargado con alforjas de necesidad y carencia mutuamente reteoalimentadas, no, sino ese TU qué no conoce de "tu" ni de "yo" como el aire no conoce de agradable o molesto, de brisa o viento, como el sol no sabe diferenciar entre la intensidad de sus rayos o la temperatura de los mismos.

El sueño se sueña solo para darse cuenta del despertar, ese que tampoco sucede porque en realidad nadie durmió, sino que en cierto momento se olvidó la grandeza que era, es y será, cambiándola por la pequeñez del mar metido a la fuerza en un vaso de agua.

¿A donde querrás ir ahora?

¿A ti?

Ya eres "ti", sin diferenciaciones extrañas ni comparaciones expúreas.

La dificultad, el esfuerzo, la necesidad del viaje, son sólo pobres recursos de la asimismo pobre y limitada marea mental que, en su ignorancia, cree saber dónde está el mar cuando jamás apartó la mirada del ombligo de la onda del vaso donde pensaba se contenía.

Cuando ves el vaso, el agua y el espacio donde "están", todo se derrumba como el espejismo de la arena estéril en un desierto pleno de oasis fértiles.

¿Quieres seguir viajando?

Perfecto, hazlo, pero jamas olvides la ilusión del viaje ni de quien lo realiza....

TODO LO DEMAS

 


El ego es un intento erróneo de la mente de percibirte tal como deseas ser en lugar de como realmente eres. Sin embargo, solo puedes conocerte a ti mismo como realmente eres, ya que de eso es de lo unico que puedes estar seguro. Todo lo demás es cuestionable.

Jamás cuestionamos "todo lo demás". Enfrascados en el sueño, dispuestos a reforzarlo a cada momento, olvidamos lo que somos y sólo vemos lo que deseamos ser.

Intento tan vano e infructuoso como si la flor de la hoja nacida de un inmenso árbol se creyese única y cerrase sus pétalos para evitar verle.

Tu eres el Árbol único de dónde emanan ramas, hojas y flores. Nada más existe, nada más es, salvo por el sueño que sueñas, siempre cambiante e inestable, como balsa hecha de tallos de flor que a duras penas flota en el embravecido mar.

Eres ESO y no hay más, por lo que aunque te creas hoja, flor o rama, aunque te sueñes en multitud de especies y fragancias variadas, jamás podrás tener la certeza de serlo porque  la Realidad es eterna, única, permanente, inmutable e innegable. No se te puede definir y cualquier intento, cualquiera cosa que pueda ser conceptualizada no eres TU.

Y ese "todo lo demás" surge dentro del sueño, de ti, personaje protagonista del mismo, que, como si fueses un cinematógrafo, emites las imágenes una tras otra para aparentar que están vivas, que son la vida.


Deja de creer que eres como esos niños que de pequeños juegan al escondite y, al taparse sus propios ojos, piensan que los demás no les pueden ver.

Para que desear ser algo cuando ya se es Todo.

LA JAULA

 


El hacedor no existe, nadie hay que realice obra alguna, salvo la propia ilusión de serlo, de participar de alguna forma en la cotidianeidad que se presenta y tomamos como única realidad.


No hay quien respire, sólo hay respiración.

No hay quien perciba, sólo hay percepción.

No hay quien se comunique, sólo hay comunicación.

No hay objetos, cuerpos ocupando cierto espacio, sólo hay Espacio sin límites ni medida.

No hay quien ame, sólo hay amor.


El error consiste en proyectar el mar sobre la ola otorgándole patente de realidad única, diferente, variable, siempre cambiante.

El error consiste en creer que el vacío contenido en una taza es distinto al que rodea a la misma.

El error supone afirmar que un rayo del Sol que todo lo alumbra difiere en grado, tamaño e importancia de otro rayo, cuando ambos emanan, son, ese mismo Sol.

La Paz ansiada no puede proceder de esfuerzo alguno, de un interés particular siempre asociado a un egoísmo universalmente extendido, puesto que Ella misma es calma, ausencia de movimiento, relajación absoluta, estabilidad.

La Felicidad anhelada jamás surgirá del torrente de pensamientos que, como río que desborda su curso, todo lo inunda y empapa, destrozando a su paso incluso su propio cauce.

La Libertad no es ampliar la jaula donde se vive encerrado, ni separar más el espacio entre los barrotes de la misma, a tal punto que, con la mirada centrada en la visión unicéntrica aceptada por todos, miremos como caballo de carreras a un supuesto paisaje que se encuentra delante de nosotros, mientras huimos del que acabamos de dejar atrás, creyendo así que ya escapamos de ella.

La Iluminación no reside en encender la lámpara de la mente con las cerillas del pensamiento, derrochando "luz" alrededor. Una hoguera gigantesca produce más luz que la humilde llama de una vela, pero es capaz de quemar y arrasar todo a su alrededor, sin distinción alguna.

Hacer sin hacer es el secreto del Mar, del Espacio, de la pantalla que recibe las imágenes que sobre ella se proyectan sonriendo ante los espectadores que enfrente suyo creen serlo todo.

Ser capaces de trascender el hábito firmemente instalado de creernos que la realidad que sufrimos es lo que la procesión de orugas mentales nos dice a cada instante, es fácil, aunque ellas te dirán que se trata de una quimera, de una utopía y que necesitarás de un esfuerzo hercúleo para siquiera poder comenzar a atisbar la promesa que tras sus muros reside.

Pero ¿Cómo ese pensar va a ser veraz cuando su existencia se basa en promesas, constantes y continuas, sobre un futuro que jamás llegó ni llegará?

El animal que nació enjaulado siente miedo cuando le abren las puertas en medio del enorme páramo.

El que, tímidamente, consiente en asomar su nariz fuera de esos barrotes que consideraba las paredes de su hogar, respirará por primera vez el puro aire de la verdadera vida y correrá con la ilusión del Niño que, asombrado, descubre el mundo por primera vez.

Una vez comprendido su verdadero Hogar, ya no querrá regresar al anterior, porque, ni siquiera lo recordará.

¿Quién verá la llama de una cerilla cuando es el propio Sol?

SILENCIO

 


El Silencio es algo vivo. Cada día, incluso en medio del ambiente más estruendoso que puedas percibir a tú alrededor, ese Silencio está presente.

Es una calma viva, palpable, perceptible, no con los sentidos del limitado cuerpo, sino con todo el Ser.

Siempre está y ES, pero no estamos prestos a oírlo, a escucharlo con atención plena.

Sumergirse en ese Silencio es nadar en la plena Paz, en la comprensión ajena a los conceptos e ideas que tratan de contenerlo, es respirarlo sin entenderlo ni preguntar a qué huele, sabe, o cuál es su color.

El Silencio vivo es como el espacio entre dos hojas: está presente conteniendo el árbol entero.

Guardar silencio cada vez que seamos conscientes del mismo es un sagrado alimento.

Vivir en el Silencio sin más es volverse uno con El, recuperar el Hogar, ser lo único que realmente podemos Ser.

Ser sin ser.

TU



No le des más vueltas, ESO no eres tú.

Lo que piensas, dices, realizas, no eres tú.

Aquello que anhelas, deseas, esperas, no eres tú.

El tu que cree experimentar todo eso, tampoco eres tú.

Porque ser ese tu es ser ya algo diferenciado, separado, presuponiendo, por tanto, la existencia de algún otro con el que diferenciarte, separarte.

Y, sin embargo, el tu buscado, anhelado, deseado, carece de tu, de él, de ella, de alto o bajo, de guapo o feo, de cualquier concepto que emana sola y únicamente del "tú" que cree necesitar todo eso.

¿El agua se busca a sí misma?

¿El aire se necesita a sí mismo?

Tu tampoco te "necesitas"....

Y desde esa ausencia de "ti", en ese vacío, esa Nada, donde todo ES, comprenderás el agua y el aire.

Ser, simplemente ser, sin complicaciones ni derivaciones falsas, es todo lo que necesitas.

Aunque ni ESO es necesario....

EL PAN

 


La semilla molida se mezcla con el agua de la vida para crear la masa de la vida. Pero para su crecimiento y manifestación debe ponerse al fuego de la existencia, donde, desde el reconocimiento de las impurezas que en forma de pensamientos contradictorios, siempre decepcionantes, contaminan su pureza, sea purificada de las mismas.

El pan verdadero es alimento siempre fiel, donde quien lo come aprende a separar corteza, miga y levadura para regresar, como el buen Hijo Pródigo, a la semilla primigenia donde todo estaba en potencia, nada aún en forma.

Así nos ocurre en este horno de la manifestación: la semilla se mezcló y creo una masa de cuerpo y mente, y, en cierto momento, permitió que levadura de los pensamientos hiciese crecer la idea de que era un pan diferente al de enfrente, de mejor miga por dentro, de tierna y crujiente corteza por fuera.

Pero ¿Quien decide volver al verdadero fuego del horno del conocimiento? Ahí todo es quemado, y la corteza y la miga que recubre, se reducen a su esencia más pura, para contemplar la semilla primera.

Desde ahí, si esa misma semilla es trascendida, se verá que jamás hubo  corteza, miga, semilla, horno ni fuego alguno, pues todo ERA y ES, sin añadidura alguna.

Comprendido ELLO ya se puede seguir comiendo el pan de la vida, pero sabiendo en todo momento que sea el pan que sea, tenga la forma que tenga, varie o no su aspecto, solo es sustancia a reducirse en el fuego.

Arde en el fuego de la auténtica Devoción, quema las ilusiones tejidas con pensamientos irrisorios sobre ti, deja que las cenizas se acumulen en el suelo donde duermes tu sueño y, luego, lanzarlas al viento del Ser.

Todo sabe igual desde Ahí.