Albert Einstein
Porque la maravilla no entiende de juicios ni prejuicios, sino de amores y descansos, de amaneceres que a cada instante se producen en nuestro Ser, precedidos de las oscuridades que a cada paso salen a nuestro encuentro.
Somos como los soles más brillantes de este gran Universo donde todo gira y se mueve en perfecto orden con exacta precisión jamás alterada. Las estrellas parecen apagarse y volverse a encender pero solo es la percepción que desde el filtro de la distancia nos hace verlo así.
Oscurece y amanece y cada Aurora nueva es un despertar a la vida, un canto del Alma que sabe más allá de nosotros, de ese "nosotros" cargado de dolores y pesadumbres que sólo busca un poco de amor.
Buscar lo que se Es produce confusión y ésta, a su vez, frustración que abrasa emergiendo como fuego erupcionado por el más ardiente volcán.
No temas por ello puesto que el fuego está para quemar en sus entrañas lo que las tuyas guardan en secreto y devolverte las brasas de la sencillez humilde que todo lo comprende y nada le afecta más allá del instante, como niño que llora por su palita perdida y ríe al segundo por la maravilla de coger la arena con sus propias manos.
Se feliz en la sencillez de tu corazón, donde los enemigos ajenos, que son los propios revestidos del disfraz del otro, no pueden aguantar su calor.
En cada respiración hay un renacer.
En cada latido un nuevo amanecer.
Respira y late en total confianza de que todo, absolutamente todo, siempre está bien, perfecto para ti.
Nada puede ser de otro modo pues entonces lo sería.