Los antiguos maestros observaron profundamente.
¿Qué tan profunda fue su visión?
Se dieron cuenta que nada existe.
Eso es el entendimiento perfecto.
Chuang Tse
Buscando todo, saltando de rama en rama, parándose unos instantes en cada una para apreciar, con la ilusión de haber encontrado eso que no se sabe que es, la fecha del momento feliz, como la espera a la hora de abrir el paquete que contiene el regalo inesperado.
Buscando todo, saltando a la rama siguiente, pues, despreciando lo hallado, y en alas de un aburrimiento frío y estéril, se sigue escrutando el lugar donde se halla el tesoro oculto.
Para buscar hay que saber, sentir, anhelar aquello que se desea encontrar, con la devoción y la intensidad del que, ahogándose, asoma su cabeza para tomar una bocanada de aire más.
Ese Todo buscado se encuentra más cerca de ti que tu propia respiración, sencillamente calmo y quieto, sin adornos, siempre superfluos, nunca necesarios ni portadores de verdad, que ofrecen, como los mercaderes de humo, mercancías que se escurrirán entre tus dedos.
Cuando el corazón llora por lo que ha perdido el Espíritu se alegra por lo que ha encontrado.
Buscadores de todo, halladores de nada
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