Todo lo pensado es ilusión y los conceptos, deseos, anhelos, quejas y demás sentires que creas tuyos son del cuerpo pero no del Ser, son el río, pero no la Mar, son, en definitiva, nada, pero no son la Nada.
Mira a través de la apariencia y podrás ver que, cuando las circunstancias parecen sobrepasarte, tras ese primer "sufrir", esa reacción de lo manifestado, que, insisto, no eres TU, tras todo eso, sigues inamovible, inabarcable, atestiguando lo que parece suceder y contemplando con asombro que, en realidad, nada de eso te toca, ni siquiera te roza realmente, pues, aunque reacciones, discutas o surja el enfado, ves, al mismo tiempo que se está produciendo, que sucede "ajeno a ti".
Contemplas, y te contemplas, actuando como tantas otras veces, preguntándote como no lo viste antes. Todos esos comportamientos, todas esas actitudes, esos quebrantos emocionales, ocurren fuera de TI, en otro ti que creías ser pero que en ese momento sabes que no lo eres ni jamás lo fuiste.
Y, en lugar de habitar el enfado, la molestia o la alegría orgullosos, las quejas, o sus compañeras las disculpas y justificaciones, volverás de inmediato a ese otro lugar donde nada ha ocurrido realmente. Y cada vez que así suceda ese darse cuenta, el personaje participará menos de su guión acostumbrado y TU serás más pura Presencia, por así decirlo.
Lo manifestado se encuentra sujeto a las contingencias de la manifestación, pues cree ser ellas con todo lo que acarrea. Eso cambia en el momento en que se produce el "darse cuenta" aunque realmente nadie se de cuenta de nada.
En ese instante dorado, la Realidad es mostrada, mejor dicho, se comprende sin comprender que somos esa Realidad, porque nada más hay, las diferencias se esfuman, las divisiones desaparecen sin dejar rastro de haber siquiera existido, todo es todo, sin partes, sin fisuras, sin mente que lo entienda ni cuerpo que lo experimente, sin sueños, sin absolutamente nada.
Puedes sentir que estás palabras son fáciles de ser escritas, pero conozco lo que ahora comienzas a atisbar, y se fehacientemente que lo que dicen es la única Verdad, que permanece inalterable tras todo el manto de ilusión, que lo es, por más adornos y brillos que pueda mostrar.
Lo que consideramos real puede ser terrible o dulce como la pura miel pero, en ambos casos, sigue siendo espejismo que se mantiene porque se cree en su consistencia, que sufre o goza el cuerpo, no TU.
La comprensión sin comprensión, el darse cuenta sin que nadie se de cuenta, lo que se gusta denominar despertar, sin que nadie despierte pues nadie hay dormido, es lo Único.
La Presencia sin tiempo ni duración, pues carece de principio y de fin, es lo No Nacido, a diferencia de lo manifestado, que es el "hijo de la mujer estéril", como dijo el gran Nisagardatta.
Nadie tiene que creer, consolarse, discutir, rebatir o afirmar estas palabras, pues nada son y, por tanto, carecen de destinatario alguno.
Al fin y al cabo, todos somos la misma ilusión en el mismo sueño.