Quiétamente sentado, sin hacer nada, llega la primavera y crece sola la hierba.
Alan Watts
La hierba crece por sí sola ¿es la hacedora de su crecer?
El sol calienta por sí mismo ¿es el hacedor de sus ardientes llamaradas?
El agua es calentada por sus rayos, ¿hierve y se transmuta en vapor por su propia voluntad?
Los vapores emergen siempre que el agua se quema a suficiente temperatura. Así ocurre con los pensamientos cuando se someten al fuego de las emociones descontroladas.
Saber el ciclo natural del agua ayuda pues, conociéndolo bien, la tranquilidad nos acompaña al comprobar cómo el agua se vaporiza y después vuelve a condensarse en lluvia fertilizadora y refrescante. Es decir, el mismo elemento que parece dañarnos es la solución a ese daño, la cura perfecta, cuando simplemente es transmutado en su verdadera esencia.
No pretendas dejar de tener pensamientos, pues es imposible desprenderse de ellos. Sólo acompáñalos con tu observación, permitiéndoles vivir su vida, que no es la tuya, y completar su ciclo vital. Así las tormentas se convierten en lloviznas, los huracanes en brisas suaves y Tu en el cielo que jamás se preocupa de saber si es azul claro o azul oscuro, pues sabe que, simplemente, sólo es puro Cielo.
El Miedo aparece a veces con gesto amenazador, gruñido insondable y garras poderosas. También lo hace bajo formas más agradables, plenas de dudas, incertidumbres, traiciones a sí mismos.
El miedo tiene miedo hasta de sí mismo, y cuando surge conviene acercársele despacito, para que no se asuste, acariciar su rostro y agradecerle que nos visite. Visto así de cerca, se convierte en nuestro aliado, en la espuela que permite seguir cabalgando en caminos novedosos, en Luz que alumbra esperanzas, en reconocimiento de lo que valemos, somos y merecemos.
No huyamos más porque esos días se han terminado.
El amor no es algo que se gane; es lo que respiras, es algo que brilla a través de tu piel, iluminando este mundo herido.
Y para convertirte en vapor y acariciar tus miedos no necesitas hacer nada, absolutamente nada, como nada hace la hierba, el sol o el agua.
¿Quién poseerá la fe inquebrantable para dar ese paso al vacío del no hacer?
¿Quién será capaz de aguantar la tensión que sus pensamientos, antes de ser vapor, le producirán calándole hasta la médula?
Sentado sobre la hierba, crezco con ella sin más.
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