Sí, no insistas, tus pensamientos son pura ilusión, no le des más vueltas porque acabarás en pleno mareo conscientemente provocado por aquella que te sugiere el orden del día a realizar, porque el de la noche no puede ya que, en la primera parte del sueño se desvanece lo suficiente para que compruebas al despertar que, efectivamente, “todo fue un sueño”, y en la segunda, esa donde se duerme sin sueños, desaparece por completo y sólo quedas Tu, sin adornos ni vestidos, sin propuestas de acción ni elucubraciones quejumbrosas.
La mente siempre busca causas que provoquen miedo y genera miedos que carecen de causa.
Todo pretende arroparlo con su aura de manto protector que en realidad encierra una auténtica jaula tejida con los hilos de la ilusión y las costuras del sufrimiento constante.
Las pequeñas alegrías te las da como migajas que se arrojan al suelo del camino para que las aves de tus pensamientos las devoren con fruición, pero en realidad son solamente mojones indicadores para que jamás pienses en levantar la mirada y contemplar lo que alrededor de tu senda se muestra con luz natural y brillo perpetuo.
Nada hay que tema mas que el hecho de ser descubierta y, sin embargo, nada hay que quiera más que el hecho de ser descubierta.
¡Qué paradoja!
Es como el niño que juega al escondite tapándose sus ojos en la esperanza de no ser encontrado pero que, en el fondo de sí, quiere y desea que no tarden demasiado en hallarle.
Sí, no insistas en seguir en el centro del huracán cuando puedes contemplar su belleza desde cierta distancia donde todo se aclara, las dudas desaparecen como nubes arrastradas por el viento purificador y el paisaje se observa en perfecta calma.
Sí, comienza a insistir en plantearte las cuestiones que realmente merecen la pena y dejar de dar vueltas a la noria del pozo seco de donde jamás saldrá ni una gota de buena agua.
Sí, empieza a insistir en Ti.
Y luego olvida a ese "Ti".