SILENCIO

 


El Silencio es algo vivo. Cada día, incluso en medio del ambiente más estruendoso que puedas percibir a tú alrededor, ese Silencio está presente.

Es una calma viva, palpable, perceptible, no con los sentidos del limitado cuerpo, sino con todo el Ser.

Siempre está y ES, pero no estamos prestos a oírlo, a escucharlo con atención plena.

Sumergirse en ese Silencio es nadar en la plena Paz, en la comprensión ajena a los conceptos e ideas que tratan de contenerlo, es respirarlo sin entenderlo ni preguntar a qué huele, sabe, o cuál es su color.

El Silencio vivo es como el espacio entre dos hojas: está presente conteniendo el árbol entero.

Guardar silencio cada vez que seamos conscientes del mismo es un sagrado alimento.

Vivir en el Silencio sin más es volverse uno con El, recuperar el Hogar, ser lo único que realmente podemos Ser.

Ser sin ser.

TU



No le des más vueltas, ESO no eres tú.

Lo que piensas, dices, realizas, no eres tú.

Aquello que anhelas, deseas, esperas, no eres tú.

El tu que cree experimentar todo eso, tampoco eres tú.

Porque ser ese tu es ser ya algo diferenciado, separado, presuponiendo, por tanto, la existencia de algún otro con el que diferenciarte, separarte.

Y, sin embargo, el tu buscado, anhelado, deseado, carece de tu, de él, de ella, de alto o bajo, de guapo o feo, de cualquier concepto que emana sola y únicamente del "tú" que cree necesitar todo eso.

¿El agua se busca a sí misma?

¿El aire se necesita a sí mismo?

Tu tampoco te "necesitas"....

Y desde esa ausencia de "ti", en ese vacío, esa Nada, donde todo ES, comprenderás el agua y el aire.

Ser, simplemente ser, sin complicaciones ni derivaciones falsas, es todo lo que necesitas.

Aunque ni ESO es necesario....

EL PAN

 


La semilla molida se mezcla con el agua de la vida para crear la masa de la vida. Pero para su crecimiento y manifestación debe ponerse al fuego de la existencia, donde, desde el reconocimiento de las impurezas que en forma de pensamientos contradictorios, siempre decepcionantes, contaminan su pureza, sea purificada de las mismas.

El pan verdadero es alimento siempre fiel, donde quien lo come aprende a separar corteza, miga y levadura para regresar, como el buen Hijo Pródigo, a la semilla primigenia donde todo estaba en potencia, nada aún en forma.

Así nos ocurre en este horno de la manifestación: la semilla se mezcló y creo una masa de cuerpo y mente, y, en cierto momento, permitió que levadura de los pensamientos hiciese crecer la idea de que era un pan diferente al de enfrente, de mejor miga por dentro, de tierna y crujiente corteza por fuera.

Pero ¿Quien decide volver al verdadero fuego del horno del conocimiento? Ahí todo es quemado, y la corteza y la miga que recubre, se reducen a su esencia más pura, para contemplar la semilla primera.

Desde ahí, si esa misma semilla es trascendida, se verá que jamás hubo  corteza, miga, semilla, horno ni fuego alguno, pues todo ERA y ES, sin añadidura alguna.

Comprendido ELLO ya se puede seguir comiendo el pan de la vida, pero sabiendo en todo momento que sea el pan que sea, tenga la forma que tenga, varie o no su aspecto, solo es sustancia a reducirse en el fuego.

Arde en el fuego de la auténtica Devoción, quema las ilusiones tejidas con pensamientos irrisorios sobre ti, deja que las cenizas se acumulen en el suelo donde duermes tu sueño y, luego, lanzarlas al viento del Ser.

Todo sabe igual desde Ahí.

SALIR DEL CINE


 

Todo ocurre como ocurre, sin más, y las proyecciones cobran aparente realidad a fuerza de pura repetición, pero no son más que la misma película proyectándose sin fin, idéntica ilusión fotograma a fotograma, que el cuerpo y su reina, la inexistente mente, que es sólo un constante fluir de pensamiento tras pensamiento, gustan de ver una y otra vez.

Creerse la película es creer ser protagonista de la misma, sufrir los acontecimientos que se desarrollan en un juego de luces y sombras, como marionetas que cuelgan del hilo que les manejan, es olvidar que se trata de una proyección fantasmagórica sin un  ápice de consistencia ni realidad.

Pero toda sala cinematográfica tiene su entrada y, por tanto, su salida. La entrada es el ticket que compraste al ser consciente de ti, al sentirte diferente al otro, mejor o peor, superior o inferior, diferenciación que perpetua tu estancia en la sala a oscuras, olvidando que una vez entraste y que cuando quieras podrás salir.

El Espíritu siempre está dispuesto bajo el ropaje carnal que por su opacidad pretende ocultarlo y enterrarlo en el olvido. Nada ni nadie puede hacer algo a favor o contra El. 

Se trata entonces de darse cuenta, de comprender que tras el velo de ilusión que supone creer la realidad proyectada, hay una pantalla y un vacío, un espacio donde todo ello "sucede", acontece al mismo tiempo, sin posible separación.

Embelesados por el argumento, lo que era un simple y ficticio guión, perfectamente modificable al antojo particular de cada espectador, se ha convertido en la realidad vivida, invirtiendo de los papeles y, así, la sala pasó a ser el mundo real y éste se olvidó como si de un sutil sueño se tratase.

Cerrar los ojos durante la película permite desconectar de la misma, un segundo o quizás dos. Abrirlos de nuevo supone regresar a la proyección pero ésta ya no será igual.

Cada vez que cierres y apartes la visión de ese guión proyectado, el mismo irá perdiendo más y más fuerza, más y más realidad para que finalmente llegue el momento en que veas cómo las luces de la sala se encienden y contemples todo el espectáculo como lo que es: un divertimento sin más, un juego ilusorio, limitado, falso como espejismo en el desierto.

La solución al cansancio que te posee, al sufrimiento constante de haber olvidado película, sala y salida, es encender la luz que el Espíritu que anida en ti, que ES TU, ilumine la oscuridad y encienda los focos de tu Ser.

Para ello, sólo necesitas apartar la luz exterior, siempre potente e intensa, y permitir que emerja poco a poco la llamita que encendida aguarda que le dediques tu atención.

Hay muchas películas y una sola pantalla.

Acomódate en TI y disfruta la proyección.

ESPERANZA


Esperas encontrar algo que te libere, que te despierte del sueño que en ciertos momentos atisbas brevemente estar soñando, quieres viajar, encontrar ese lugar sagrado donde todo es más claro, donde la duda desaparezca por y para siempre. Pero debes saber que...


Quien busca eres tú

Lo buscado eres tu

Quien sueña eres tú.

El sueño eres tú

El soñar eres tú.

Quien despierta eres tú.

Quien atisba eres tú.

Lo atisbado eres tu.

Quien viaja eres tú.

El viaje eres tú.

El lugar eres tú

Quien duda eres tú

La duda eres tú.


No puedes viajar a ningún lugar fuera de ti, exterior, lejano o cercano, pues las distancias no existen en aquello que ya es todo. Si en algún momento sintieses la necesidad de emprender tal viaje, desconfía y, en perfectas calma y confianza, siéntate tranquilamente y viaja dentro de ti, atisbate, obsérvate, contemplate y verás que todo eso ya eres tú.

El cuerpo y los pensamientos siempre pretenden llevarnos a un lugar, cuanto más alejado mejor, donde nos espera el gran secreto. Ese que hace que cada día de tu vida te parezca un desastre, un sufrimiento constante, es el mismo que te empuja a alejarte cada vez más de ti, no vaya a ser que si te acercas demasiado a ese "ti" que te dice eres, contemples el espectáculo desde lo alto y lo veas en toda su ilusión, que lo es.

Se puede viajar sin moverse del sitio donde se está, como cada ola viaja sin moverse ni alejarse un milímetro del mar que es.

Tienes la clave puesto que tú la creaste. Tan solo necesitas verla, contemplarla en toda su desnudez, desprovista de vestiduras que difieren en su aparente grado de riqueza y ostentación, pero que están hiladas todas con el mismo tejido compartido: el flujo de pensamientos que, como araña, ha elaborado la tela donde permanecer atrapados por siempre.


Rompe la tela sin romperla, 

mata la araña sin matarla, 

disuelve la ilusión sin disolverla, comprende la realidad que eres.


La dificultad es tu ilusión y el esfuerzo la herramienta que crees necesitar para poder verla. La calma ya está en ti y desde ella, atestiguando toda la creación, comprenderás la grandeza de la maravilla que ya ES.

Nada necesitas cuando comprendes que nada eres.

No puedes liberarte pues eres la propia Libertad.

SE, simplemente SE y todo lo demás vendrá dado por añadidura.


SATSANG


 

P: ¿Puede uno encontrar la «Liberación» sin Guru solo con libros y práctica ?  No tengo Maestro.


R:  La Liberación no es algo a encontrar aunque la mente nos convenza de que hay que realizar una búsqueda para hallar eso que cree haber perdido. Simplemente, entiende bien esta palabra, se trata de comprender, de ver la falacia en la que nos movemos y de convencernos, primero intelectualmente, hasta que surja esa convicción espontánea que en nada se parece a las palabras, pensamientos o ideas que usamos o más bien nos usan a cada instante.

Siempre hay un Gurú, en cada día aparecen muchos en forma de pequeñas comprensiones,  y si necesitas uno físicamente presente aparecerá, sin duda alguna.


P: Es que tengo ya una edad avanzada...

 R: La edad es solo una ilusión producto del cuerpo porque tú anhelo vivo sigue ahí, aquí, independientemente de las fuerzas que ese cuerpo parezca tener en mayor o menor medida. El Maestro, el Sadguru, es Uno, es No Dos, sea cual sea la figura corporal que en cada momento, época y lugar decida utilizar para expresarse. Seguir a un Gurú requiere de una cierta diferenciación entre verdadero y falso, cosa asimismo ilusoria por su propia definición, pero que en cierto momento parece mostrarse como una etapa para poder ver la realidad que, tras ese manto de ilusión temporal, espera a ser reconocida de nuevo.

Libros, práctica, maestros, son simples muletas que ayudan a caminar algo más erguidos y en la dirección adecuada, aunque, cuando emanan el perfume de lo auténtico, de lo veraz, te llevarán a las puertas de tu casa que desde siempre esperan completamente abiertas de par en par a que dejes de vagar y entres de nuevo a tu verdadero Hogar.

El esfuerzo es uno más de los trucos del flujo de pensamientos para mantener la errónea idea de que hay alguien haciendo algo, junto con la separación en mejores o peores maestros, enseñanzas o métodos. Sri Ramana, Nisagardatta Maharaj o Ramakant Maharaj, son exactamente lo mismo: expresiones físicamente diferentes del único Sadguru, adaptando el lenguaje universal y único de la Presencia a los momentos particulares.


P: Desde hace ya algunos años siento un desapego de las cosas mundanas y esto es cada dia mas importante. Resulta que no se que hacer cuando me solicitan para hablar de política, ver une película, comentar la actualidad, leer literatura, etc…. y muchas veces siento que estoy huyendo para que no me soliciten. Yo se que todo es Uno, no hay ni bien ni mal,  soy la vida sin limites, el absoluto. Es quizás en mi un problema de aceptar lo que esta aqui y ahora…

R: Lo que comentas es algo absolutamente normal que puede aparecer en cierto momento y forma parte de lo que denomino "darse cuenta". El mundo, tal y  como es conocida por esta manifestación, llámese Juan o Pedro, es una ilusión que una vez vista deja de tener "interés" para el Ser sin ser que realmente somos. 

Todo lo que puede definirse son objetos, conceptos y, por ende, ilusiones, no realidad, incluidas las relaciones sociales. ¿A quien le gustan o desagradan esas relaciones sociales? A la misma manifestación que se plantea las dudas, quiere mejorar, despertar o encontrar ese algo que cree desaparecido y que necesita de aprobación para mantener el sueño en el que habita y que, como refugio, ha construido en torno a sí mismo.

Desde ahí, una vez que te das cuenta de ello, es un buen lugar para meditar sobre tus cuestiones y comprenderlas más y mejor. Sea lo que sea que sientas, solo contémplalo, se testigo de ello, y sigue fluyendo, sabiendo en todo momento que no eres eso, como el Mar no es la ola que se considera separada y diferente.

El Naam Mantra sacará todo eso a la superficie por supuesto pero solo para que lo atestigues, nada más, sin empaparte de ello ni analizarlo, pues la comprensión, la Convicción, surgirá por sí sola, sin que tu "esfuerzo", entendido éste como tu voluntad de hacedor, sirva en absoluto para lograrla.


P: Yo todavía  no hablo el idioma « advaita » pero lo comprendo.

R: El lenguaje, los lenguajes, son una herramienta de comunicación para entendernos de la mejor manera posible en esta manifestación y, como toda herramienta, susceptibles de error, de fallo, en su intento de transmitir la Verdad. Así, el "idioma Advaita" entra también en esa definición pero con una salvedad: más allá de las palabras empleadas, este idioma emana y se habla desde el SER y, ahí, no hay dualidad, diferencias o divisiones. Cada cual lo expresará "a su manera", con el estilo lingüístico que le es propio pero la esencia será entendida por todos aquellos que la lean más allá de las palabras empleadas.

Querer imitar o adoptar poses "lingüísticas", más o menos parecidas a otras ya vistas, esconde, en realidad, otro aspecto de la personalidad separada relacionado con la necesidad de encontrar un referente característico y representativo del "Saber". Si hablo, escribo o actúo como otros reconocidos ya como sabios, entonces lo que realizo es verdadero.

Es el gran error, una vez más, provocado por aquello que no tiene interés alguno en que comprendas. La Fuente, Consciencia, Esencia, Presencia, Verdad, Dios, es No Dos y, por tanto, completamente ajena a la manera en que se intente expresar: no le afecta, ni roza siquiera, la superficie de su pureza esencial, la cual permanece inmaculada pues se emite o emana, permíteme la expresión, de corazón a corazón, es decir, Dios se habla a Sí Mismo, sin más.

¿HACEDOR?


 

Ha comenzado el año y de seguro sigues considerando que eres hacedor de las cosas que te ocurren, de aquello que, en apariencia, surge de ti. Crees aún que tus pensamientos son tuyos que los emanas sin cesar de forma voluntaria como bastón de apoyo y farol que alumbra mejor el camino que crees, asimismo, recorrer con tus pies.

Pero el bastón no es de apoyo alguno sino de anclaje en la tierra, en esa materia que todo parece protagonizar, para hundirte en arenas movedizas de donde te cuesta escapar, formadas de tantos pensamientos que te embarran más y más en lugar de mostrarte el volar en el verdadero aire.

El farol es un remedo del sol, de ese que es la verdadera imaginación, la que produce la magia, a diferencia de la cual te hace creer en su luz repleta de fantasías que tan solo alumbran la senda que él quiere mostrar.

Tus pies se mueven solos, dirigidos por las órdenes del pensamiento, en lugar de actuar según el flujo de la verdadera vida como hace tu respiración o el latido del corazón. Si tuvieses que dirigir a ambos no vivirías ni un segundo.

¿Quien hace algo? ¿Acaso ese conjunto de carne y huesos que crees hizo algo por sí mismo realmente alguna vez? ¡Qué tontería! me dirás, para mantenerte a salvo de la verdad: el reconocimiento de tu esclavitud, en lugar de tu libertad.

La complicación y el esfuerzo son las redes del fluir mental para mantenernos como peces que se creen libres porque ven a su través el mar, aunque sin jamás surcarlo. Hace que aleteemos encerrados en la jaula en lugar de correr por el ancho mar. Impide que veamos que somos ese Mar sin diferencia entre pez, ola y viento que lo impulsa.

Lo que denominas "ser humano" es el conjunto de cuerpo y pensamientos que desde luego necesita participar del juego de las relaciones sociales para seguir perpetuandose y diferenciándose. Pero el verdadero Ser, más allá de esas dos limitaciones descritas, no necesita de nada de eso puesto que no ve diferencia, tal y como una ola no necesita relacionarse con otra pues sabe que son el mismo Mar. Cuando la ola lo ve claramente ya no disputa, hiere o necesita de nada más: sigue elevándose y bajando pero ya nada es igual, sabe que es mar y no ola y sigue jugando....Y ningún esfuerzo hay que hacer!!

Si en la noche oscura ves una serpiente en lo que es una cuerda enrollada te asustarás, pero, cuando comprendes que es una cuerda en realidad, la serpiente ya jamás volverá a aparecer.

Ningún esfuerzo fue necesario, solo la comprensión, el darse cuenta, hizo que desapareciese por sí misma.

Recogerse en sí mismo, como cuerda enrollada, permite disolver la ilusion mediante el reconocimiento de la verdad, esa que los velos fantasiosos ocultaron todo el tiempo bajo el manto del esfuerzo y la necesidad del lograr.

Morir a la ilusion es despertar a la Realidad para luego ver que no hubo jamás ilusión, despertar ni nadie que las viese.