NADA QUE HACER



¿Qué esperas? Nada tiene que ocurrir para que veas que ya amaneció, nada que hacer para que el sol ilumine tus pupilas, ningún velo que descorrer, ningún óxido que limpiar, ninguna costra que arrancar.

La vida es perfecta como es y todo, absolutamente todo, forma parte de Ella, ES Ella.

Nadie aceptaría como pago una moneda que tuviese un solo lado.

Aceptas alegremente tu luz pero expones tu queja en tu propia oscuridad. Ambas coexisten en generosa simbiosis con el único fin de que veas tú completitud, tú perfección ya existente.

Cuando comprendes que hay una Santa Pereza consistente en saber profundamente que tú nada hiciste jamás, los mundos estallan en alegría y la película de sus órbitas se queda fija en un único fotograma, el de la Realidad inmutable que siempre percibiste pero jamas aceptaste.

Permanecer en Silencio y Quietud es abrazar el Oro filosófico, el Tao inamovible, el Despertar, el Vellocino de Oro, deshacer la tela de Maya, desplegar las alas de la Verdad.

Nada cuesta menos que eso. Nada requiere menos esfuerzo. Nada más difícil que, resistiendo los embates del yo ilusorio, aguantar firme como roca de escándalo.

La Fe se logra teniéndola.

La Verdad se desnuda ante quien ya lo está.

Siendo el Museo ¿Para qué quedarse en solitario cuadro?


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