Tu casa es una pensión donde las habitaciones están prácticamente llenas de huéspedes que, amable y generosamente, has admitido en ella.
Los hay iracundos, envidiosos, alegres, tristes pero todos comen en la misma mesa el mismo alimento: el que tú les sirves.
La manifestación es una tiene sentido sólo en la medida en que le prestas atención, es decir, en que le das vida. Sin ti, sin tu implicación, el juego de la pensión desaparece, los ocupantes se esfuman tan rápidamente como aparecieron y tú casa queda limpia y libre.
Despierta del sueño y abandona toda idea de casas de huéspedes pues en ese mismo instante comprobarás que la construcción desaparece, cae y se derrumba por falta de alimentos, es decir, de atención e implicación por tu parte.
A partir de ahí, puedes jugar si lo deseas pero siempre sabiendo que, por más grado de realidad que pueda en algunos momentos tener, es sólo un juego donde las piezas se toman en serio mientras dura la partida, o lo que es lo mismo, el sueño.
Juego, jugadores y tablero son una ilusión virtual y efímera que jamás existió, existe ni existirá, por muchos pensamientos que te bombardeen diciendo lo contrario.
A ellos les gusta jugar pues su "existencia" depende del juego, de que TU juegues.
La libertad no conoce de juegos, jugadores, reglas ni tableros.
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