Todos queremos ser algo, alguien, en la vida, por nosotros o para aquellos que se encuentran a nuestro cargo y a los que deseamos dejarles un futuro mejor. Ese anhelo es un impulso único, natural, constante, que nos mueve como si de una obligación ineludible se tratase.
Y a todos también, en algún momento, más tarde o temprano, es igual, ese impulso se vuelve trascendente y nos hace plantearnos la futilidad de la vida hecha de ilusión con fecha de caducidad y, en algunos casos, comenzar a dudar y plantearse que, quizás, hay un algo más que de nos está escapando.
Y comenzamos a buscar con ímpetu renovado, con las ganas que solo la inocencia de un pequeñuelos puede tener.... y lo hacemos durante años o puede que casi toda una vida donde hay momentos en que todo parece cobrar sentido y experiencias enriquecedoras o simplemente impactantes sirven de combustible para seguir buscando y no abandonar: son las migajas que el mismo que cree buscar se da a sí para mantenerse en ella.
El Yo que aparentemente somos tiene siempre miedo a desaparecer en esa aventura porque sabe que nada hay que buscar, nada hay que hacer, ni nadie hay que lo haga.
Es por ello que nos mantiene en una búsqueda constante, tan falsa como la promesa de que cierto día algo nos ocurrirá y despertará de nuestro sueño.
Es gracioso creer que aquello que produce el sueño quiera despertar al durmiente que lo sueña sometido como está a su yugo y mandato eternos.
Pero lo que también sabe es su naturaleza ilusoria y que, en esa búsqueda, habrá momentos en que el Ser que está más allá del buscador tendrá destellos de Si, de su auténtica y verdadera Naturaleza, de lo que realmente Es y, sobre todo, y ante ésto se aterroriza aún más, de lo que NO es.
Es por eso que cuando se siente y experimenta nuestra verdadera naturaleza, hay un regusto que ya jamás se irá, un algo que decantará el buen vino separándolo de los posos que lo contaminan y que si permite que se beba un sólo sorbo más, él, el yo, desaparecerá como hacen las nubes a merced del viento sin posibilidad de resistir su fuerza implacable.
Y, sabiéndolo, intenta siempre distraernos de diversas formas adaptadas a cada cual, aunque con elementos comunes, siendo algunas de ellas el exponer y defender argumentos vanos, el sentirse atacados, el quien se ha creído que es, el soy mejor que tú, y así una lista infinita que, como buen y experimentado manipulador, tiene redactada desde que tuvo consciencia de sí.
Falso: aquello que está sujeto al cambio jamás podrá ser real y, por tanto, desaparecerá sin más cuando la percepción de Ello y su correcta comprensión ocurran, que lo harán.
Ningún esfuerzo se necesita para darse cuenta de Ello, como tampoco hace falta esforzarse en saber que existes, que eres, que "estás" sin más.
Busca ese sentir y cuando aparezca vuelve a él cada vez que puedas sin prisa, sin pausa, como el aire que sostiene este cuerpo en su flujo constante hace cada instante.
La dificultad es solo una creencia y, como tal, lista para ser cuestionada y reflejada en el espejo de la Verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta con total sinceridad e interés. La Libertad no necesita de halagos.