Mantén la llama, aviva el fuego, no permitas que nada ni nadie te convenza de abandonarlo, de que no dará el calor que buscas, porque lo perderás.
Distínguelo de esos otros fuegos que intentan imitarlo disfrazándose de llamas vivas pero que sólo saben quemar sin distinción todo aquello que no les gusta, agrada, creen, piensan o "saben". Tu Fuego triunfará.
Tras tanto peregrinar de repente viste, sentiste y reconociste ese calor ya casi olvidado. El Fuego es Amor y el Amor es Dios, es decir, TU. Nada puede existir sin que ese TU qué ahí estaba, está y estará, esté Presente. Más allá de etiquetas, descripciones o ideas elaboradas o no, la Presencia sigue ahí, inamovible permitiendo que todo sea percibido.
Mantén viva la llama, aviva el Fuego pues cuando lo vuelves a tener sus enemigos, en múltiples y variadas formas y maneras, atacarán con más fuerza pues saben que su existencia depende de un hilo que será quemado sin piedad en la Hoguera del Conocimiento.
Atiende tú llama, alimenta ese Fuego, con las herramientas que ya posees y que te han sido recordadas, esas que casi todos desprecian por ser de poco valor pero que conducen, con la paciencia, fe y Convicción necesarias a la Santa Hoguera donde arder sin más.
Cuida ese fuego pues la vida es corta y la llama inocente y pura.
Vuélvete llama y arde en Silencio.
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