Cuando surgen otros pensamientos, uno no debe perseguirlos, sino que
debe indagar: «¿A quién surgen?» No importa cuántos pensamientos puedan surgir.
A medida que surge cada pensamiento, uno debe indagar con diligencia, «¿A quién
ha surgido este pensamiento?». La respuesta que emergerá, será «A mí». Por
consiguiente, si uno indaga «¿Quién soy yo?», la mente retrocederá a su fuente; y
el pensamiento que surgió devendrá quiescente.
Con una práctica repetida de esta manera, la mente desarrollará la
pericia para permanecer en su fuente. Cuando la mente, que es sutil, sale a
través del cerebro y de los órganos de los sentidos, aparecen los nombres y las
formas groseras; cuando permanece en el corazón, los nombres y las formas
desaparecen. No dejar que la mente salga, sino retenerla en el Corazón, es lo
que se llama «intimidad» (antar-mukha). Dejar que la mente salga del Corazón es
conocido como «externalización» (bahirmukha). Así pues, cuando la mente
permanece en el Corazón, el «yo», que es la fuente de todos los pensamientos,
desaparecerá, y el Sí mismo, que existe siempre, brillará. Todo lo que uno
hace, uno debe hacerlo sin la egoidad «yo». Si se actúa de esa manera, todo
aparecerá como de la naturaleza de Siva (Dios).
Sin ceder a la duda «¿Es posible, o no?», uno debe aferrarse
persistentemente a la meditación sobre el Sí mismo. Incluso si uno es un gran
pecador, uno no debe inquietarse y llorar «¡Oh!, yo soy un pecador! ¿Cómo puedo
yo ser salvado?»; uno debe renunciar completamente al pensamiento «yo soy un
pecador», y concentrarse fervientemente en la meditación sobre el Sí mismo;
entonces, ciertamente, uno triunfará.
No hay dos mentes —una buena y la otra mala; la mente es sólo una.
Son las impresiones residuales las que son de dos tipos —auspiciosas e
inauspiciosas. Cuando la mente está bajo la influencia de las impresiones
auspiciosas, se llama buena; y cuando está bajo la influencia de las
impresiones inauspiciosas, se considera como mala.
A la mente no debe permitírsele divagar hacia los objetos mundanos
ni hacia lo que concierne a otras gentes. Por muy malas que otras gentes puedan
ser, uno no debe tenerles odio. Tanto el deseo como el odio deben ser evitados.
Todo lo que uno da a los demás, se lo da a uno mismo. Si se comprende esta
verdad, ¿quién no dará a los otros?
Cuando surge el sí mismo de uno, todo surge; cuando el sí mismo de
uno deviene quiescente, todo deviene quiescente. En la medida en que nos
comportemos con humildad, en esa medida habrá buenos resultados. Si la mente se
torna quiescente, uno puede vivir en cualquier parte.
¿Cuánto tiempo debe ser practicada la indagación?
Mientras hay impresiones de objetos en la mente, se requiere la
indagación «¿Quién soy yo?» A través de la indagación a medida que los
pensamientos surgen, deben ser destruidos inmediatamente en el mismo lugar de
origen. Si uno recurre a la contemplación del Sí mismo ininterrumpidamente,
hasta que el Sí mismo es obtenido, eso sólo bastará. Mientras haya enemigos
dentro de una fortaleza, continuarán saliendo; si son destruidos a medida que
emergen, la fortaleza caerá en nuestras manos.
Nan
Yar
Ramana
Maharsi
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